Llegamos
al 7 de diciembre por la mañana, me encontraba fatal, resfriado,
nariz taponada y me dolía la cabeza, de pensar que el día siguiente
tenía que correr 42Km se me quitaban las ganas de ir. Mi hermano que
al final no puedo correrla por que tenía molestias en la rodilla
empezó a hacer las maletas para pasar allí el puente de la
inmaculada, ya que habíamos reservado habitación en un hotel. Este
año Sergio no la ha podido correr pero le han guardado la
inscripción para el año que viene para que no se libre de sufrir en
esa mítica distancia jajaja.
Llegamos
a Castellón, y no nos aclarábamos para entrar por que tenía cuatro
entradas, al final entramos y empezamos a preguntar por donde estaba
el hotel. Llegamos, entramos en la habitación, dejamos maletas y
pusimos camino a la feria del corredor a recoger la bolsa del
corredor. Una vez allí yo estaba muy nervioso, no decía nada, mi
hermano se reía, me hablaba pero seguro que él lo notaba, eran las
19:30, estábamos a horas de la salida del maratón y en mi cara se
veía preocupación y miedo.
Llegamos
al hotel, dejamos la bolsa y nos fuimos a cenar bien pronto para
luego no tener una pesada noche. A medida que avanzaba la noche iban
llegando más corredores que por la cara que ponían se iban a
enfrentar al maratón en apenas unas horas. Todos en el restaurante
estábamos callados, no se oía a nadie, silencio absoluto.
Llegó
el día, eran las 6:15 de la mañana y había que levantarse para
desayunar pronto, me encontraba mucho mejor que el día anterior. Me
dí una ducha para despejarme y relajarme, me vestí y bajé a
desayunar mientras mi hermano se preparaba para bajar luego. El
desayuno fue lo que más me impactó, al bajar aquello estaba lleno,
eran las 7:00 y estaba absolutamente lleno y todos estaban callados,
solamente nos mirábamos, hasta un fotógrafo que había parecía
tener miedo de lo que venía después. Desayuné, me esperé a que mi
hermano lo hiciese y a las 8:15 nos pusimos camino a la línea de
salida. A medida que íbamos ya empecé a sentirme relajado, ya
estaba allí, no había marcha atrás, llevaba esperando ese momento
y había llegado, no tenía nada que demostrar a nadie, lo hacía por
mi mismo y para superarme. En la la salida empecé a hablar
con un maratoniano de unos 50 años de edad que había ido desde
Galicia a Castellón para correr el maratón. Era su primer maratón
también, se quedó asombrado cuando le dije que tenía 21 y que allí
estaba, buscando lo mismo que él, que era acabar un maratón.
Comenzó la carrera, empecé tranquilo, me despedí de Sergio, me
salía la sonría cuando la gente me miraba nombre en el dorsal y me
deseaban suerte, me acordaba de todo lo que había pasado
para llegar hasta allí y sabía que no iba a ser en vano.
Yo
sabia que lo nuevo comenzaría a partir del kilómetro 22, así que
no debía tomármelo con prisa y sí con bastante calma. Fui de lujo,
me planté en el Km 21 en 2h 4 minutos, y me sentía bien, seguía
corriendo y hubo un momento en el que casi me pongo a llorar; en el
km 26 había montado una sesión de spinning al aire libre, como
parte de la animación para el maratón, yo al verlos levanté las
manos y me puse a aplaudirles y la monitora empezó a decirme que era
enorme, que no parase y comenzó a vitorear mi nombre junto con los
alumnos que tenía en la sesión. Fue algo espectacular y muy
especial por que empecé a darme cuenta de qué era lo que estaba
haciendo, y no era algo cualquiera, no era algo que cualquiera que
veas por la calle ha hecho. Llegue al Km 30 en 2h 59 minutos,
comenzaba a flojear ya, las piernas me comenzaban a pesar y las
zapatillas que ya las tenía algo rotas desde el verano allí me
machacaron zancada tras zancada. Vi a mi hermano, se acercó a
animarme, me dijo que iba bien, que ya me había superado pero yo
seguí corriendo, sabiendo que lo volvería a ver pronto. En el Km 34
me comunican que llevaba de tiempo 3h 25 minutos, tenía un límite
de 5 horas para correr los 42 Km y aunque fuese cansado, el hecho de
saber que ya me sobraba tiempo para hacer los 8km restantes, me hizo
caminar. Me puse a caminar a partir de ese km, me dolían los pies
por que más que unas zapatillas, tenía un matapersonas en cada pie.
Empezaba a turnar correr con caminar cada cierto tiempo. Vi a mi
hermano en el Km 36 y se puso a caminar junto a mi aproximadamente
700 metros preguntándome que tal, y nos pusimos a hablar de las
zapatillas, que era lo que me estaba fallando, el me decía que ya
daba igual que solo quedaban 6 Km y que ya estaba, y que no me
preocupase del tiempo. Comencé a correr de nuevo hasta el Km 38 y
medio, a partir de ese me puse a caminar hasta el Km 40. Una vez
llegado al 40 volví a empezar a correr y ya no paré hasta la meta,
empecé a chocar las manos a todos los niños que vi, empecé a
levantar el pulgar a todos los que me animaban, y a falta de 400
metros empecé a apretar el ritmo y todo, ya iba a acabarlo,
era el final a un largo camino, era el final de un camino plagado de
alegrías, decepciones, lesiones, entrenamientos, sacrificios, pero
ahí estaba yo, corriendo junto a mi hermano los últimos metros,
sintiéndome invencible al ver que pese a todo ahí estaba yo, ese
niño con sobrepeso que le costaba levantarse de la silla o ese niño
al que apenas le cabía el uniforme del colegio ahí estaba, ese niño
corría junto a mí, ese niño que jamás imaginó eso estaba junto a
mí cruzando la linea de meta demostrando que no había nada
imposible, que con esfuerzo y sacrificio todos podemos lograr grandes
retos por muy difíciles que parezcan.
Ese
largo camino, es el camino de la vida, y a los 21 años de edad, ese
niño que fui y al mismo tiempo corrió junto a mí aprendió una
gran lección de humildad siendo profesor y alumno al mismo tiempo.
¡GRACIAS
A MIS AMIGOS Y A MI FAMILIA POR TODOS ESTOS ÁNIMOS!
Grandes entradas Fran, gran historia, todo un ejemplo. A seguir así, "Camí de l´objectiu".
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